sábado, diciembre 17, 2011
Ese picor
Supongo que a todos nos viene en algún momento esa necesidad de hacer algo con nuestras propias manos que a veces pica y pica hasta llegar a desesperar y que obliga aunque sea a sacar un lápiz y rellenar los huecos de las letras en el catálogo del MediaMarkt. Es una sensación curiosa, como si ardiesen las manos, que si pillas una maqueta en ese momento y la terminas, la dejas que hasta los cinturones negros del modelismo (Rebollo, Pulido, Amarillas...) se abrazarían, saltarían y te harían la ola. Y hasta te dedicarían una canción.

Luego claro, están las limitaciones y maldiciones que cada uno lleve encima, y aunque te ardan las manos y te pique el higadillo y empieces a flotar mentalmente por encima del mundo, de donde no hay no se puede sacar, y ejemplos tengo a patadas como ya habréis leído en la serie de entradas Shit happens, aquí, aquí , aquí y aquí.

El caso es que ante la imposibilidad modelística, sin sitio ni herramientas ¡ni maquetas!, me rasqué el picor como si tuviese 10 años y junté cochecitos, pinturitas y ropa. ¡Friquismo absoluto! Camiseta lisas del H&M, rotuladores Alpino textil, blanco acrílico textil Vallejo y dejar que la familia se marche unos días al pueblo. Resultado:


No, el azul de la tela no es el de gulf, y no, ningún 917k pisó en su época el sacacorchos de laguna seca -la foto original es de una rennsport reunion- , y si por azares de la vida lo hubiera hecho, no había piano por aquel entonces. Da igual, a mi hijo no le preocupa tanto la accurancy enfermiza que buscamos los modelistas.

Y es que uno ya tiene una edad como para andar poniéndose camisetas de colorines pintadas a mano, asi que son para el niño, que de momento no sólo no protesta, si no que además las exhibe orgulloso esgrimiendo un "¡me lo ha pintado mi papá!" con el consecuente chorrete de baba y humedecimiento ocular por parte de su progenitor.

Ahí le tenéis:

  
Lo malo es que estos rotuladores baratuchos no aguantan bien los lavados y con el tiempo el dibujito se va aclarando. Probablemente habrá mejores materiales para estas cosas, pero bueh... yo consegui calmar el picorcillo y de momento me doy con un canto en los dientes.

Hay quien se gasta 40 eurazos en una camiseta oficial ferrari para el crío. Yo me he gastado 4 y la recompensa es muchísimo mayor. "¡Me lo ha pintado mi papá!", eso no tiene precio.

Pd: Odio el nuevo editor de blogger.

sábado, diciembre 03, 2011
Pequeñoño y Vomitrón
Os voy a presentar a unos auténticos bookworms, devoradores de columnas de opinión y de anuncios por palabras, de publi-reportajes y de novelitas del montón, de revistas de coches, fascículos y catálogos del ikea, de manuales y tickets de compra, de clinex, servilletas, post-its... cualquier derivado celulósico al alcance de sus manos es cuidadosamente seleccionado, rasgado y rechupeteado antes de ser ingerido a menos que haya alguien que lo evite.


Este par de expertos del papel son Pequeñoño y Vomitrón, antes conocidos como gruñón y cocoliso, y cada tarde convierten la Mansión Pinipón en un infierno. Son MUY activos, demasiado, y si no están llorando es porque están haciendo trastadas del tipo "esta pelusa sabe dulce", "que fresquita el agua del cubo de fregar" o "como mola tirar de este cable". No podemos despistarnos ni un momento, gatean a toda leche y parece que se ponen de acuerdo, uno despista y el otro la lía.

Quién nos lo iba a decir hace poco más de un año cuando veíamos temblar a Nicolás metido en aquella pecera, minúsculo, lleno de cables y con un tubo atravesándole el pecho mientras en la otra punta de la ciudad inflaban a Álex con antibióticos. Tuvieron muchas dificultades al nacer por tener tanta prisa y llegar con diez semanas de adelanto. Mal lo pasamos, la verdad, y eso que no nos faltó apoyo, vía teléfono, vía web, o incluso en persona durante aquellos dos meses en los que casi nos convertimos en parte del mobiliario de la Unidad de Neonatos del Infanta Leonor, donde todo el personal se portó de fábula con nosotros. Os pongo un par de fotos de cuando por fin les juntaron en el mismo hospital y podían salir de la incubadora, ya con un color normal, con la mitad de aparatos y sin vías en la cabeza.



La verdad es que la vida en casa no está siendo nada fácil. Duro ha sido tenerlos tanto tiempo en el hospital, y duro está siendo ahora lidiar con ellos: No es el doble de trabajo, es trabajo al cuadrado. Y menos mal que de momento su hermano mayor se está portando como un fenómeno y en medida de lo posible, colabora. Si alguien aún no conoce a Mario, ya lo presenté aquí al poco de nacer. Está hecho un fenómeno y le gustan los coches de carreras tanto como a su padre: cuando se levanta no me dice "me pones los dibujos?", me dice "me pones los V8?".

Cada mañana es un sprint que empieza a las 6:30 con biberones, pañales, llantos, cereales, ropa, vomitos, más ropa, más llantos... Lo peor es cuando por fin los tengo empaquetados para llevar y estamos saliendo por la puerta y aparece en escena la caca: si no es Mario con su ya conocido "papá me hago caca...", es uno de los pequeños con el pastel desbordando por arriba y por abajo, manchando body, pantalón y camiseta, con el consecuente llanto del otro gemelo por estar panzarriba en la cuna sin poder ver ni moverse por llevar el abrigo puesto y el gorro calado hasta la nariz. Y entonces hay que echar a correr, primero al cole del mayor y luego al de sus hermanos, y siempre llegamos justitos. Después de estos días de lluvia puedo presumir de ser un experto en conducción deportiva de carrito gemelar en modo invernadero sobre superficie mojada.

Cacas, llantos y vómitos aparte, lo cierto es que tener hijos con copia de seguridad da lugar a situaciones bastante peculiares, como intentar dar de desayunar dos veces al mismo mientras el otro llora muerto de hambre, confundirles de clase o no reconocer quién es quién en las fotos, situación ésta para la que ya estamos tomando medidas como se puede ver en alguna de las fotos que ilustran esta entrada.

Curioso es también lo mucho que nos paran las señoras mayores por la calle, da igual la prisa que lleves. En la sillita, sentaditos y calladitos se les ve muy monos, pero menudo par de demonios tragapapeles. Las visitas normalmente se marchan antes siquiera de terminarse el café... ¡huyen despavoridas! He de reconocer que yo también lo haría en casa ajena, es más, antes iba a trabajar, ahora HUYO a trabajar.



¿Modelismo? JA!